Los Siete Dolores y los Siete Gozos de San José

Un medio eficaz para obtener gracias especiales por intercesión de San José es honrar sus siete dolores y siete gozos practicando la devoción de los siete domingos.

Los Siete Domingos en honor a San José se observan recibiendo la Sagrada Comunión en su honor durante siete domingos consecutivos, y en cada domingo se rezan oraciones en honor a los Siete Dolores y Siete Gozos de San José. Esta devoción puede practicarse en cualquier época del año, pero especialmente en los siete domingos previos a la solemnidad del 19 de marzo.

LOS SIETE DOLORES DE JOSÉ

  1. La duda de San José (Mateo 1:19)
  2. La pobreza del nacimiento de Jesús (Lucas 2:7)
  3. La circuncisión (Lucas 2:21)
  4. La profecía de Simeón (Lucas 2:34)
  5. La huida a Egipto (Mateo 2:14)
  6. El regreso de Egipto (Mateo 2:22)
  7. La pérdida del Niño Jesús (Lucas 2:45)

LOS SIETE GOZOS DE JOSÉ

  1. El mensaje del ángel (Mateo 1:20)
  2. El nacimiento del Salvador (Lucas 2:10-11)
  3. El Santo Nombre de Jesús (Mateo 1:25)
  4. Los efectos de la Redención (Lucas 2:38)
  5. La caída de los ídolos de Egipto (Isaías 19:1)
  6. La vida con Jesús y María en Nazaret (Lucas 2:39)
  7. El encuentro del Niño Jesús en el Templo (Lucas 2:46)

Oraciones en Honor a los Siete Dolores y Siete Gozos de San José

Compuestas por el Venerable Januario Sarnelli, C.S.S.R. (m. 1744)

Primer Dolor: La duda de San José. (Mateo 1:19)
Pero José, su esposo, siendo un hombre justo y no queriendo exponerla a la deshonra pública, decidió divorciarse de ella en secreto.

Primer Gozo: El mensaje del ángel. (Mateo 1:20)
Pero mientras pensaba en esto, un ángel del Señor se le apareció en sueños, diciendo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que en ella ha sido concebido es del Espíritu Santo.”

¡Oh casto esposo de la Santísima Virgen María, glorioso San José! Grande fue la angustia de tu corazón cuando quisiste dejar a tu inmaculada esposa, pero tu alegría fue indescriptible cuando el ángel te reveló el sublime misterio de la Encarnación.

Con este dolor y este gozo, te suplicamos que consueles nuestras almas ahora y en las penas de nuestra última hora, con la alegría de una buena vida y una muerte santa, según tu ejemplo, en los brazos de Jesús y María.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria…

Segundo Dolor: La pobreza del nacimiento de Jesús. (Lucas 2:7)
Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.

Segundo Gozo: El nacimiento del Salvador. (Lucas 2:10-11)
Y el ángel les dijo: “No temáis, porque os traigo una buena noticia de gran alegría que será para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.”

Oh bendito Patriarca, glorioso San José, elegido para ser el padre adoptivo del Verbo Encarnado, tu dolor al ver al Niño Jesús nacido en tal pobreza se convirtió de inmediato en una celestial exultación cuando escuchaste el canto angélico y contemplaste las glorias de esa noche resplandeciente.

Por este dolor y este gozo, te suplicamos que nos obtengas la gracia de pasar de este mundo para escuchar los cánticos angélicos de alabanza y regocijarnos en el esplendor celestial.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria…

Tercer Dolor: La circuncisión. (Lucas 2:21)
Y cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarlo, se le puso por nombre Jesús, el nombre dado por el ángel antes de ser concebido en el seno materno.

Tercer Gozo: El Santo Nombre de Jesús. (Mateo 1:25)
Y no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito, y le puso por nombre Jesús.

Oh glorioso San José, cumpliste fielmente la Ley de Dios, y tu corazón fue traspasado al ver la Preciosísima Sangre derramada por el Salvador durante Su circuncisión. Pero el Nombre de Jesús te llenó de una alegría celestial.

Por este dolor y este gozo, te pedimos que nos obtengas la gracia de ser liberados de todo pecado en la vida, y de morir con el Nombre de Jesús en nuestros corazones y labios.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria…

Cuarta Dolor: La profecía de Simeón. (Lucas 2:34)

Y Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: “Este niño está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como un signo que será contradicho. Y a ti misma una espada te atravesará el alma.”

Cuarto Gozo: Los efectos de la Redención. (Lucas 2:38)

Y llegando en ese mismo momento, comenzó a alabar al Señor y habló de él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Oh fidelísimo santo que compartiste los misterios de nuestra Redención, glorioso San José, la profecía de Simeón sobre los sufrimientos de Jesús y María te hizo estremecer de mortal pavor, pero al mismo tiempo te llenó de una bendita alegría por la salvación y la gloriosa resurrección que él predijo que sería alcanzada por innumerables almas.

Por este dolor y esta alegría, concédenos estar entre aquellos que, por los méritos de Jesús y la intercesión de María Virgen Madre, están predestinados a una gloriosa resurrección.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria…

Quinto Dolor: La huida a Egipto. (Mateo 2:14)

Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre de noche, y se retiró a Egipto.

Quinto Gozo: La caída de los ídolos de Egipto. (Isaías 19:1)

Profecía sobre Egipto. He aquí que el Señor viene montado en una nube rápida y entrará en Egipto; los ídolos de Egipto temblarán en su presencia, y el corazón de Egipto se derretirá dentro de él.

Oh vigilante guardián del Hijo de Dios Encarnado, glorioso San José, ¡cuánto trabajo fue el tuyo al sostener y cuidar al Hijo del Dios Altísimo, especialmente durante la huida a Egipto! Sin embargo, al mismo tiempo, ¡cuánto te regocijaste por tener siempre cerca a Dios mismo y por ver a los ídolos de los egipcios caer postrados ante él!

Por este dolor y esta alegría, concédenos la gracia de mantenernos a salvo del tirano infernal, especialmente evitando ocasiones peligrosas; que todo ídolo de afecto terrenal caiga de nuestros corazones; que podamos dedicarnos completamente a servir a Jesús y María, y que vivamos y muramos felices por ellos.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria…

Sexto Dolor: El regreso de Egipto. (Mateo 2:22)

Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá; y siendo advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea.

Sexto Gozo: Vida con Jesús y María en Nazaret. (Lucas 2:39)

Y habiendo cumplido todo lo que prescribía la Ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.

Oh glorioso San José, un ángel en la tierra, te maravillaste al ver al Rey del Cielo obediente a tus mandatos, pero tu consuelo al sacar a Jesús de la tierra de Egipto fue perturbado por el temor de Arquelao; sin embargo, siendo asegurado por el ángel, viviste en Nazaret con alegría junto a Jesús y María.

Por este dolor y esta alegría, concédenos que nuestros corazones sean liberados de temores perjudiciales, para que podamos alegrarnos en la paz de conciencia y vivir seguros con Jesús y María y, como tú, morir en su compañía.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria…

Séptimo Dolor: La pérdida del Niño Jesús. (Lucas 2:45)

Y no encontrándolo, regresaron a Jerusalén buscándolo.

Séptimo Gozo: El hallazgo del Niño Jesús en el Templo. (Lucas 2:46)

Y sucedió que, después de tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

Oh glorioso San José, modelo de toda santidad, cuando perdiste, sin culpa tuya, al Niño Jesús, lo buscaste con tristeza durante tres días, hasta que con gran alegría lo encontraste en el Templo, sentado en medio de los doctores.

Por este dolor y esta alegría, te suplicamos, con el corazón en los labios, que no tengamos la desgracia de perder a Jesús por el pecado mortal; pero si este supremo infortunio nos sobreviene, haz que lo busquemos con tristeza incesante hasta que lo encontremos de nuevo, dispuesto a mostrarnos Su gran misericordia, especialmente en la hora de la muerte; para que podamos pasar a disfrutar de Su presencia en el Cielo; y allí, en tu compañía, cantemos para siempre las alabanzas de Su Divina Misericordia.

Padre Nuestro… Ave María… Gloria…

Antífona: Y el mismo Jesús comenzaba a tener unos treinta años, siendo (según se creía) hijo de José.

V. Ruega por nosotros, oh santo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oremos:

Oh Dios, que en Tu inefable Providencia te dignaste elegir a San José como esposo de Tu Santísima Madre, concédenos, te suplicamos, que aquel a quien veneramos como nuestro protector en la tierra sea nuestro intercesor en el Cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

Este texto es la traducción y adaptación del artículo: St. Joseph’s Seven Sorrows and Seven Joys Devotion & the Seven Sundays Devotion. Acceda al original completo aquí.

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